¿Desaparecerá el dólar como moneda de referencia mundial?

Desde hace algún tiempo se escucha cada vez con mayor frecuencia que el dólar está agonizando y que su desaparición es inminente.

Se habla de que podría ser reemplazado por el oro, el yuan chino o el bitcoin. Sin embargo, los expertos consideran que es aventurado imaginar una desdolarización, a pesar de los esfuerzos de Rusia, China y otros países por restarle espacio al billete norteamericano.

La moneda es la continuación de la política por otros medios, para un Estado-nación tener una divisa poderosa le permite exponer su dominación en el mundo. Así mismo, una moneda débil puede convertir a un país en el hazmerreír del planeta. Benito Mussolini, al frente de la Italia fascista, lanzó la batalla de la lira en los años 20, con el objetivo de restaurar la potencia económica del país y devolver a la moneda nacional su vigor. El ejemplo es emblemático de lo que sucede en la actualidad.

Es fácil comprender que la fuerza de una moneda suele ir aparejada con la potencia económica de un país. Por esa razón, cuando personas brillantes como Ray Dalio anuncian que el dólar está a punto de perder su supremacía, también temen el ocaso inminente de la nación que los vio nacer.

Pero si algunos se han dejado engañar por la propaganda de Moscú o de Pekín, sería conveniente ser razonable y analizar objetivamente la situación. Los Brics, que son Rusia, China, la India y Brasil, se aprestaban entonces a suplantar al viejo Tío Sam. Sus ventajas demográficas debían permitirles un fuerte crecimiento en las venideras décadas, lo que representaría un proyecto de inversión extremadamente atractivo.

La realidad es que los dirigentes de los Brics se entusiasmaron con la idea y decidieron organizar un vasto movimiento de recomposición del tablero geopolítico mundial. Los países del “gran sur” debían convertirse en una suerte de bloque de poder, una especie de G-20 que tomaría el relevo de las viejas potencias y que llevaría la voz cantante en el mundo de la globalización.

A pesar de esto, la realidad es que aún es aventurado imaginar una desdolarización. La fuerza del dólar se encuentra arraigada en las mentes y costumbres de la población mundial, y su hegemonía es difícil de desafiar.