Javier Milei, el Congreso y una perspectiva comparada: entre ser Bukele, Petro o Castillo

Atono con una región que viene buscando liderazgos alternativos para superar la caída en el nivel de vida de la gente, Javier Milei llegó a la presidencia argentina.

Por Noel Alonso Murray – A 40 años de la vuelta de la democracia y con una amplia demanda social de cambio, su posición minoritaria en el Congreso y su falta de experiencia política se perfilan como los riesgos más importantes para cumplir con sus promesas de campaña.

Los índices económicos en descenso en América Latina desde la salida de la pandemia estimularon el descontento social, que a su vez generó -por ejemplo- que en las 16 elecciones nacionales realizadas en los últimos tres años, en 11 casos ganaran espacios opositores. Y es cada vez más normal ver líderes llegados de afuera del sistema político tradicional: en Perú, Pedro Castillo; y en Guatemala, Bernardo Arévalo, por citar dos ejemplos. Además, muchos candidatos recién llegados a la política y con promesas de cambios fuertes quedaron a las puertas del poder: Rodolfo Hernández en Colombia, Felipe Kast en Chile o Payo Cubas en Paraguay.

En ese marco, el 19 de noviembre pasado la Argentina se sumó a esta tendencia regional. Un país golpeado por una delicada situación económica optó por un candidato outsider. Se trata de una novedad que en perspectiva histórica es absolutamente excepcional: desde 1916, año en que se implementó por primera vez el voto universal, nunca había llegado al poder un candidato sin el apoyo de alguno de los dos partidos tradicionales, el Partido Justicialista o la Unión Cívica Radical.

Tamaña novedad, pone a la gobernabilidad en el centro de la escena. Si miramos al Congreso de la Nación, Milei llega con 37 diputados propios (apenas llega al 15% de la cámara) y 7 senadores (algo menos del 10% de las bancas). Asimismo en nuestra radiografía del nuevo Congreso construida junto a LA NACION detectamos que el 47% de los diputados y el 71% de los senadores de La Libertad Avanzan ocuparán por primera vez un cargo público. En conjunto la experiencia pública previa promedio de esta bancada es apenas de 3 años y medio, mientras que, por ejemplo, en los miembros de Juntos por el Cambio es de 12 años. Además, el oficialismo no contará con ningún gobernador provincial de su mismo color político. Entonces, ¿podrá el presidente impulsar su ambiciosa agenda de reformas?

Analicemos qué ha estado sucediendo en nuestros países vecinos a ver si podemos obtener algunos indicios.

En América Latina identificamos tres dinámicas de poder utilizadas por los presidentes electos en los últimos tres años. El primer grupo lo componen los mandatarios que lograron mayorías legislativas: Nayib Bukele en El Salvador, y Andrés Manuel López Obrador en México. Ambos están entre los presidentes con mejor imagen de la región. El segundo se compone de los presidentes electos sin mayorías pero que lograron construir alianzas pluripartidistas generales o coyunturales, siendo Gustavo Petro de Colombia y Gabriel Boric de Chile los casos emblemáticos. Ambos, sin embargo, tienen fuertes dificultades para implementar plenamente sus promesas de gobierno y actualmente sus niveles de aprobación están en descenso. Finalmente, el caso más extremo fueron los presidentes que al ser electos en minoría no lograron construir alianzas o consensos y debieron dejar el cargo de manera anticipada: Pedro Castillo, de Perú, y Guillermo Lasso, de Ecuador, son los exponentes de este grupo.

Teniendo en cuenta la realidad de nuestros vecinos, la construcción de consensos legislativos que apoyen sus iniciativas será central para Javier Milei. Esto es particularmente notorio debido a que por primera vez en los últimos 40 años el Congreso tendrá por ejemplo, la capacidad concreta y plausible de rechazar los decretos de necesidad y urgencia (DNU) que el presidente podría intentar emitir para superar la falta de consensos en el Legislativo. Por eso Milei necesitará apoyos fuera de sus fuerzas propias que lo acerquen lo más posible a las mayorías en cada cámara (129 diputados y 37 senadores). ¿De dónde podría obtenerlos? Sabemos que ninguna coalición de las hoy existentes en el Congreso (Unión por la Patria y Juntos por el Cambio) apoyaría incondicionalmente en su conjunto la agenda del nuevo presidente, aunque referentes de ambas ya han hablado de dar “gobernabilidad”.

Gracias a nuestra radiografía del nuevo Congreso podemos inspeccionar con mayor detalle las tendencias ideológicas (moderados-disruptivos, según nuestro análisis) que existen al interior de las hasta ahora dos grandes coaliciones legislativas. Habrá 126 diputados y 31 senadores (números bastante cercanos a los necesarios para sesionar y aprobar leyes) de las vertientes más moderadas de las dos principales coaliciones que podrían estar abiertos a discutir propuestas que consideren beneficiosas para el país. Algunos referentes de ambas coaliciones ya han anunciado que la oposición no será irracional pero dependerá de la apertura al diálogo y a la capacidad del oficialismo de “convencer” a estos legisladores moderados.

El oficialismo tendrá entonces interlocutores posibles y suficientes, simplemente deberá ser capaz de construir los puentes necesarios para alcanzar las mayorías necesarias. La tendencia histórica no favorece al oficialismo en este sentido: la cantidad de leyes aprobadas por año viene en descenso. En la década de los 90 hubo un promedio de 147 leyes aprobadas por año; en la de 2010 bajó a 95; y en lo que va de la actual, es apenas 48.

En este panorama político tan complejo asumió el nuevo gobierno. De su relación con el Congreso de la Nación dependerá si seguirá los pasos de alguno de sus pares latinoamericanos o si abre un nuevo camino en la región.