El Poblado, el exclusivo sector de Medellín que se convirtió en el epicentro del turismo sexual que desborda la ciudad

Allí está emplazado el parque El Lleras, rodeado de discotecas, restaurantes y hoteles; entre 2010 y 2022 se contabilizaron más de 3000 víctimas de explotación, abuso y otros delitos sexuales contra niños, niñas y adolescentes en esa ciudad colombiana

Esto que te cuento ocurrió antes de la pandemia, antes de que creciera tanto el turismo sexual en Medellín. Una amiga me puso en contacto con unos estadounidenses. Uno, ‘Herbie’, tenía 39 años. El otro, Víctor, más de 40. Yo tenía 15. “La amiga”, mi proxeneta, era una pelada como yo. Conocía a gringos en fiestas en que le pedían niñas, quedaban en contacto y recibía plata por unas y otras. A una le sacaban un porcentaje por salir con ellos.

El primer encuentro con ‘Herbie’ ocurrió en El Poblado, en una antigua mansión rentada convertida en apartamentos lujosos. Había hasta jacuzzi. Yo había estado con otros hombres y ya tenía el corazón de piedra. A partir de ese momento ya solo estaba con ‘Herbie’. Él me trataba bien.

Víctor me trataba muy mal. Con él nunca estuve. Él solo grabó un video del que no supe hasta que me citaron de la policía para declarar. Lo consiguieron eliminar a tiempo, pero ya sabes cómo es internet: copias y copias se vendieron por WhatsApp en Estados Unidos.

Cuando a ‘Herbie’ lo metieron en la cárcel recibí amenazas y su abogado me ofreció plata para ayudarlo a salir, pero yo cambié de número, borré Facebook y me centré. Ahora tengo hija, pareja estable y mi propio negocio. Ahora la explotación sexual es muy evidente. Antes no veías tantas niñas en el parque Lleras.

El testimonio pertenece a María Saavedra – es un nombre ficticio para proteger la identidad de la mujer -, pero podría ser el de cualquiera de las decenas de víctimas, muchas menores de edad, que cada año son explotadas sexual y comercialmente en Medellín.

El parque al que se refiere, El Lleras, está rodeado de discotecas, restaurantes y hoteles. Es un popular punto de encuentro del exclusivo sector de El Poblado, que en los últimos años se convirtió en el epicentro del turismo sexual que inunda la ciudad.

A pocos metros de aquí, un cartel anuncia la clausura del hotel Gotham, donde a fines de marzo la policía descubrió al turista estadounidense Timothy Alan Livingston junto a dos niñas de 12 y 13 años. El caso derivó en un escándalo que provocó que el alcalde de la ciudad, Federico Gutiérrez, emprendiera una campaña “contra la explotación sexual y comercial, especialmente de niñas, niños y adolescentes en el parque Lleras” y otras “áreas afectadas” de El Poblado.

“Nadie puede venir a la ciudad con fines de explotación de menores”, dijo Gutiérrez, quien decretó la prohibición por seis meses de la oferta y demanda de servicios sexuales y restringió el horario de cierre de clubes en esta zona.

Pocos días después de ese decreto recorrí varias noches el Lleras y sus aledaños. Vi, pese a la prohibición de la alcaldía, a muchos turistas extranjeros acompañados de mujeres locales. “Es la segunda vez que venimos y esto sigue igual: bonito y barato”, me comentan dos estadounidenses de Chicago. En los accesos al parque hay vallas policiales. Los agentes cachean, piden identificación. Es difícil comprobar quién demanda u oferta sexo.

“Si te fijas, entran las bonitas, las bien vestidas, las que parecen menos prostitutas”, me explica la camarera de uno de los bares del parque. “En los alrededores verás a las migrantes, las menos arregladas, las menores”, agrega.

El parque no fue siempre así. Jazmín Santa, investigadora de la Universidad Pontificia Bolivariana, recuerda el cambio en la última década: “Solía venir la gente de acá, era un lugar más tranquilo, y de repente se vio llegar a cada vez más extranjeros con mujeres jóvenes locales. Vino la pandemia, el boom turístico, la necesidad. Mujeres en prostitución vieron posibilidades en el sector”. “Vaya a El Poblado porque pagan más”, le recomendaron a Valery Parra Ramírez, trabajadora sexual trans que dice que aquí se puede cobrar en dólares a los turistas que frecuentan la zona.