El “Plan Canje” del gobierno actual

Si la inflación en pesos es mala, la inflación en dólares es peor: se traslada a los precios, se teme perder el empleo y el costo de la construcción aumentó 80% en cuatro meses.

Por Ariel Venneri – Algunos recordarán el plan de «canje» de la década del ’90, que incentivaba la venta de automóviles y la modernización del parque automotor. Consistía en otorgar un bono a quienes entregaban su vehículo usado a un desarmadero, el cual luego podía ser usado como descuento al comprar un auto nuevo, eliminando así un “cachivache” que no servía por el ansiado O km.

Las autoridades económicas de la actual administración nacional están implementando un plan canje pero invertido, con la intención de reemplazar algo malo, por algo que es peor.

En enero de este año, tras la visita de Papá Noel y una devaluación del peso del 118% en diciembre, el nuevo gobierno tomó nuevas medidas económicas. Era evidente la falta de un programa sólido para estabilizar los precios ante la inevitable escalada inflacionaria, que no podía ser frenada solo con una recesión violenta y el retraso de sueldos y jubilaciones. No al menos si se buscaba una solución sostenible a largo plazo.

Lo más preocupante era la falta de un programa monetario claro. Ante una inflación en aumento, es ilógico establecer una pauta mensual de devaluación del dólar del 2%, y aún más mantenerla después de cuatro meses, cuando es improbable reducir la inflación a un solo dígito en el corto plazo.

¿Por qué es ilógico y no sostenible? Mes a mes, la brecha entre inflación y devaluación del dólar impulsa una fuerte inflación en dólares, un fenómeno recurrente en nuestra historia económica reciente. En resumen, el gobierno está implementando una versión actualizada del Plan Canje, cambiando inflación en pesos por inflación en dólares.

El retraso cambiario tiene consecuencias profundas y difíciles de revertir. Reduce el incentivo a las exportaciones, aumenta la importación indiscriminada y afecta a las industrias nacionales, especialmente a las PyMES que son sensibles a los costos en dólares.

También provoca un aumento brusco del desempleo y la incobrabilidad, y desalienta la inversión local y extranjera.

Todas “pálidas” que generan gravísimos problemas.

Si la inflación en pesos es mala, la inflación en dólares es su versión «XL». Se pasa de la preocupación por los precios en aumento al temor de perder el empleo.

Hoy en día, el desequilibrio económico es tan extremo que el costo en dólares de una canasta básica de alimentos en Argentina supera hasta en un 50% el costo en países de la Unión Europea e incluso en EE.UU. Este desequilibrio no puede perdurar mucho tiempo.

El desarrollo y construcción de inmuebles es una actividad más de la economía real, productiva, y por lo tanto, no escapa al daño que causa la inflación en dólares. Sin embargo, su impacto resulta fácil de prever.

En solo cuatro meses, el costo en dólares de construcción de un departamento básico promedio aumentó un 80%. Según el Informe de abril de Costos de Construcción de Reporte Inmobiliario este incremento fue del 26% solo entre febrero y marzo, y acumuló un 80% desde diciembre.

Ante este panorama, la pregunta obvia es: ¿qué pasará con los precios? La respuesta, aunque sorprendente, es simple: aumentarán, independientemente del escenario. Aunque la afirmación pueda sonar temeraria, este fenómeno es bastante común.

En las últimas décadas, cuando se han tomado medidas de ajuste «ortodoxo» como devaluación del dólar o recesión, los precios de los inmuebles siempre han estado en niveles altos. Estas medidas han provocado una caída gradual o abrupta de los precios, dependiendo del contexto y la magnitud del ajuste.

Es por esto que el incremento de precios resulta inevitable, sea cual fuere el escenario:

Si el gobierno toma medidas para frenar la inflación en dólares y se dirige hacia la recuperación económica, los precios aumentarán debido a la mayor demanda de inversores que ven mejoras en el panorama macroeconómico y consideran los precios demasiado bajos (como ya se ha comenzado a observar hacia finales del año pasado).

Si el gobierno no reconoce la poca sustentabilidad de los indicadores económicos positivos ni corrige los desequilibrios actuales, los precios también aumentarán. No solo debido a la mayor demanda, sino porque ningún desarrollador podrá soportar el incremento de costos registrado hasta ahora sin riesgo de fundirse.

Aunque el mercado inmobiliario pueda seguir ofreciendo oportunidades interesantes para comprar, habrá que ser más prudente al evaluar cada oportunidad. El riesgo de mayores costos, paralización de obras e insolvencia del desarrollador será notablemente mayor.